Estoy acostumbrado a ver amanecer
A la escasa barba que parece no crecer
A los domingos sin nada que hacer
Estoy acostumbrado a la soledad
A las serenatas de luna y ansiedad
A los paseos solitarios por la ciudad
Estoy acostumbrado al sabor de lo salado
A que me miren como a un ser marcado
A vivir a una maquina atado
Estoy acostumbrado a las palabras malvadas
A las luchas entre demonios y hadas
A las revoluciones de cama y espadas
Estoy acostumbrado al odio almacenado
A verme pateado y destrozado
A que me sienta desahuciado
A lo que no me acostumbrare es al despellejo
A que me critiquen a degüello
A que no se miren en el espejo